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7 de junio de 2024La contaminación micótica de los cereales y las pasturas es un hecho natural. Distintos géneros de hongos, que crecen en los alimentos, pueden desarrollar moléculas pequeñas con estructura química y actividad variada denominadas micotoxinas. Este hecho se relaciona con alteraciones sobre el metabolismo del hongo, como la interrupción en la reducción de los grupos cetónicos utilizados en la biosíntesis de ácidos grasos (Bauza, 2007).
La producción de toxinas, como parte de la competencia con otros microorganismos, para acceder a los nutrientes de las plantas es otra hipótesis validada por científicos.
“Más del 25% de los cereales del mundo están contaminados por micotoxinas de diferentes tipos” (Bártoli, 2001).
Las condiciones climáticas y geográficas, variables en cada región del mundo, inciden sobre la ocurrencia de mayores niveles de intoxicaciones asociadas a hongos que crecen en los alimentos. Estas intoxicaciones, denominadas micotoxicosis, ocasionan problemas en humanos y animales y son temas de importancia en salud pública.
“La problemática relacionada a este tipo de patologías es su impacto oculto”.
Las micotoxinas actúan sobre diferentes sistemas orgánicos de formas muy diversas, siendo el efecto acumulativo y la acción sinérgica las de mayor riesgo.
En rumiantes, los ensilajes y subproductos en forma húmeda pueden aportar más hongos que los forrajes secos. En el caso de los ensilajes, el riesgo será mayor si no se han alcanzado las condiciones de anaerobiosis y descenso del pH.
En dietas de animales en alta producción, como el ganado lechero, la variedad de ingredientes utilizados en la formulación produce una dilución en la concentración de toxinas. Esto genera, en los animales, síntomas inespecíficos en cuadros que tienden a la cronicidad.
Durante la temporada estival el caudal de lluvias tiende a ser mayor, disparando la predisposición a la formación de hongos contaminantes.
Condiciones de humedad (como principal factor) del 13 al 18%, temperaturas cálidas con un rango de los 15 a los 30 ᵒC (ciertos hongos pueden crecer en temperaturas muy inferiores), presencia de oxígeno y amplia variedad de pH permiten el desarrollo de contaminaciones fúngicas.
La problemática radica en los efectos inespecíficos que las toxinas producen en los sistemas orgánicos, complicando su diagnóstico específico.
En los rumiantes, las AFLATOXINAS son conocidas por su capacidad de metabolismo y transferencia a la leche (aflatoxina B1 en forma de aflatoxina M1). Esta nueva micotoxina transformada posee potencial oncológico en humanos debido del consumo de lácteos y derivados contaminados.
Dentro del organismo animal producen variedad de efectos negativos como disminución del consumo, reducción en la ganancia de peso, daño hepático, infertilidad, mortalidad embrionaria, entre otros.
Las otras toxinas de interés productivo siguen la misma tendencia. Salvo algún signo característico, los animales muestran alteraciones inespecíficas que pueden ser comunes a diversidad de agentes patógenos o condiciones de manejo.
TRICOTECENOS (DON, T2, DAS, HT-2) que pueden estar presentes en los cultivos a campo, causan reducción del consumo, reducción de los índices productivos, daño a los sistemas digestivos, reproductor e inmunológico.
ZEARALENONA que sufre metabolismo ruminal y se modifica hacía metabolitos con mayor efecto estrogénico (α y β zearalenol). Genera cuadros reproductivos relacionados con celos irregulares, abortos, reabsorción de embriones y signos como vaginitis o hipertrofia de la glándula mamaria.
FUMONISINA Y OCRATOXINA seguirán la misma tendencia causando síndromes nefrotóxicos, hepatotóxicos, inmunosupresión, fallas reproductivas y alteración de los parámetros productivos.
“En lechería se plantea la hipótesis de que la intoxicación crónica produce un estado inflamatorio constante”.
Debido a que estos contaminantes se encuentran de forma natural en el medio ambiente, las acciones dedicadas a reducir su impacto están orientadas a las buenas prácticas agrícolas que incluyen: uso de cultivos resistentes, prácticas de rotación de cultivos, manejo estricto de las variables ambientales en el almacenamiento, manejo integrado de plagas, selección y descarte de granos y uso permanente de agentes mitigantes que reducirán la incidencia de daños.
La última medida, orientada al uso de agentes captadores, tiene como objetivo aportar una herramienta que reduzca el daño generado por la absorción de toxinas a nivel intestinal.
Los captadores inorgánicos minerales, formados por diferentes tipos de aluminosilicatos, han demostrado ser la herramienta más sencilla, rentable y eficaz para mitigar los efectos negativos de estas patologías.
La capacidad de fijación proviene de su alta área superficial, capacidad de hinchamiento, plasticidad y capacidad de intercambio catiónico.
Dentro de la luz intestinal adhiere moléculas por diferencia de polaridad y, al poseer un área superficial externa elevada, se une a moléculas de micotoxinas polares presentes en el lumen. Esta nueva formación no se absorbe y es eliminada durante la defecación.
Incorporada en bajas dosis y en mezcla homogénea con los cereales demuestra tener efectos protectores y preventivos del daño por micotoxinas.
Evangelina Zarate
Med. Vet. Dipl. en Fitoterápicos